LOS PRENDEDORES MAPUCHES

El Punzón y Tupu sin tener traducción en lengua mapuche, estos antiguos ornamentos de metal que la mujer mapuche muestra con orgullo en la pechera, corresponden a dos tipos de alfiler. Ellos se componen de una larga aguja la que lleva unida una cabeza en el extremo superior. En el caso del punzón ésta consiste en una esfera hueca, mientras que en el tupu se vuelve un disco plano con decoración en su anverso.

El punzón, aparte de lucir como vistoso alfiler, sirve como prendedor para colgar la trapelacucha de tres cadenas u otra alhaja, dando un efecto de conjunto aún más llamativo. La esfera que lo compone es el resultado de la simbiosis entre una impecable manufactura artesanal y la representación simbólica del mundo terrenal y divino.

En tanto el tupu, usado para fijar el chamal, presenta una variedad de decoraciones muy bien logradas, usualmente incisas o repujadas, las que de alguna manera también traducen el vínculo de lo material e inmaterial. Pueden ser figuras abstractas, aisladas  o en cadeneta, o bien dibujos de flores; cruces de cuatro brazos iguales o la imagen mítica del cóndor en una pequeña moneda remachada.

El valor mágico de este adorno era de tal magnitud que cuando las mujeres lo portaban hacía que ellas asumieran una dignidad tal que se reflejaba en todas sus expresiones corporales. Esa misma religiosidad de los chagüai chapel no sólo estaba relacionada con sus grandes proporciones, sino también por su íntimo contenido y por el simbolismo del metal plateado, la plata, “lien”, nacida de las lágrimas de la luna, “küyen” y considerada como un mineral luminoso, protector y sanador, que aporta sabiduría y fertilidad a quien lo lleva puesto.

Es así, que hoy en día estos objetos acaparan nuestra mirada por su inigualable riqueza de manufactura y tradición, plasmando aquello que va más allá del mundo de lo cotidiano.